La fotografía, por su realismo, tenía, y sigue teniendo, un poder de convencimiento especial. "Hasta no ver no creer" dice la frase; la gente sigue asociándola con lo real, con lo imparcial ya que se cree que, como la función de registro reside en una máquina y no directamente en manos humanas, la integridad de la escena frente al lente queda intacta. La verdad, es que la fotografía sigue siendo una herramienta que brinda perspectivas e interpretaciones incontables sobre un mismo motivo. En la sociedad, esta actividad produjo un fenómeno que no había podido llevarse a gran escala con la Pintura, el registro del pasado. Me parece que el hecho de poder registrar parte de la realidad pasada y poderla llevar consigo físicamente en el presente brindó a la sociedad una nueva y tangible conciencia de cambio.
Otro fenómeno que si bien no había sido comenzado por la Fotografía, sí concretado por ella fue la democratización de la belleza. Esto quiere decir que los cánones tan rígidos que fueron vigentes durante siglos, se vieron obligados a expandirse, ya que la Fotografía comenzó a buscar la belleza en sus alrededores, en escenas comunes o desagradables, a encontrar lo bello en lo feo, siguiendo en parte las propuestas de Walt Whitman en las que afirma que todo tiene potencial artístico.
Una de las características que se le da instintivamente a la fotografía es que, como la imagen en el papel no cambia, se garantiza su inmutabilidad y objetividad en cuanto a su mensaje a transmitir. Coincido por completo con Sontag cuando hace mención a la fragilidad de la veracidad que ofrece una fotografía como método de descripción de una escena cualquiera; no sólo es vulnerable al tiempo, sino al lenguaje escrito. La fotografía pierde contundencia como medio de transmisión imparcial de mensajes o información; al juntarla con algunas líneas que no tenga relación evidente con la imagen, hace dudar a uno del significado de la foto (que se supone que es claro y literal). Otro aspecto importante es que la fotografía es presa de la época en la que se aprecia, donde los motivos pueden perder o cobrar mayor fuerza sin tener una relación directa con la intención o significado original de la fotografía. Probablemente las fotografías del siglo antepasado que criticaban el trabajo infantil no tengan tanto efecto ahora porque simplemente el espectador comprende que dicha situación ocurrió otrora, u otras, que pudieran parecer sumamente melancólicas o interesantes actualmente, pudieron haber sido fotografiadas como el simple práctica o registro de la vida cotidiana de la época y observadas como tal.
La moralidad de las fotos es lo que muere primero, el hecho de que Sontag resalte que el impacto visual es lo que más perdura en una fotografía me parece audaz pero atinado. Algo que se menciona en el libro, es que las fotografías tienden a aumentar de valor conforme pasa el tiempo, como si éste las fuera transformando en obras de arte. El mejor ejemplo es el de los coleccionistas de fotos antiguas, los cuáles acumulan, en su mayoría, retratos familiares de ningún contenido. Me parece que una fotografía que es considerada Arte requiere tener un impacto visual evocador, dejando del lado el significado moral, que, como ya sea explicado, tiende a mutar y morir rápidamente.
El heroísmo de la visión, cuarto capítulo del libro, menciona dos cosas que son de vital importancia para poder comprender a la fotografía. La fotografía "es un secreto acerca de un secreto". El enigma de la realidad se ve aunado al enigma de la fotografía, ofreciendo más dudas que respuestas. "Le beau c'est vrai" o "Lo bello es cierto" describe esa compulsión innata del hombre por querer llegar a la verdad a toda costa y la Fotografía parece ser otro intento desesperado por llegar a una respuesta.
Referencias
1. Sontag, Susan. (1977).
Sobre la Fotografía. España: DEBOLS!LLO.